¿Recuerdas cuándo fue que compartiste tu primer desayuno en el recreo, entre columpios y pelotas? Tal vez ahí fue tu primera amistad, un acto desinteresado de amor hacia otros de los que no conoces nada. Quizás seas una persona sociable y tengas muchos, unos mejores otros peores, a lo mejor sólo algunos pero irrepetibles, esto es lo que importa, tener amigos que en mayor o menor medida siempre los veas y te sientas cómodo, son tu familia a elegir, son aquellos que después de una pelea te incorporan de nuevo al ritmo que necesitas, es decir, los que te aportan el apoyo para poder sostenerte en pie.
Algunas es cierto que infligen dolor pero como nosotros ellos también son humanos y debemos tenerlo siempre en cuenta, nosotros también les fallamos y no sabemos cuántas veces. Si queremos que perdure y nos dé frutos cada vez más dulces debemos saber que la clave está en ponerse en su lugar, en conocer cuáles son sus virtudes y defectos, para que cuando ellos pierdan el norte seas su brújula constante, como las estrellas nos guían en la noche
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